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Mostrando las entradas de septiembre, 2017

De Las Mil y una noches

Un pequeño homenaje a la librería Lerner, donde lancé mi primera novela, La mujer de los condenados . La fachada de la nueva sede de la librería reproduce este texto de Las mil y una noches : "El libro es el mejor compañero en los ratos de soledad y el mejor de los amigos cuando en tierra extraña somos peregrinos. (...) Y el mejor de los visitantes y el que más nos entretiene y distrae y más instrucción y deleite nos ofrece".

Memoria de jirafa

Por Javier Correa Correa Conocí a María del Rosario Laverde hace más de veinte años en el Taller de Escritores de la Universidad Central que, bajo la dirección de Isaías Peña Gutiérrez, se realizaba cada semana. Los aprendices de escritores llevábamos nuestros textos, con el temor de someterlos al juicio público, pero al mismo tiempo con la osadía de hacerlo. Se escribe para uno mismo pero también para un etéreo grupo de eventuales lectores. Por su notoria altura y en un juego con su nombre, otro compañero, quien había también estudiado literatura con ella en la Universidad Nacional, la bautizó como “Camándula”. Así se quedó para mí y para mis hijos, aunque María José, mi hija mayor, en medio de su despiste la renombró como “Caléndula”. María del Rosario todavía suelta una de sus sonoras carcajadas cuando la llamamos con uno u otro nombre. Casi nunca con el que le pusieron en la pila bautismal. Su propio hijo en una ocasión pretendió insultarla y le gritó en medio de una furia i...

Chernóbil, tres décadas o mil años después…

Por Javier Correa Correa “El 26 de abril de 1986, a la 1 h 23’ 58”, una serie de explosiones destruyeron el reactor y el edificio del cuarto bloque energético de la Central Eléctrica Atómica (CEA) de Chernóbil, situada cerca de la frontera bielorrusa. La catástrofe de Chernóbil se convirtió en el desastre tecnológico más grave del siglo XX”. Así empieza Svetlana Alexiévich, la periodista ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2015, su dolorosa crónica sobre la tragedia que les costó la vida a más de 200 mil personas en las zonas aledañas y a otras 200 mil en el resto del mundo. Es el balance en 30 años, lapso transcurrido desde ese terrorífico momento, aunque las consecuencias se sentirán durante siglos y tal vez miles de años, debido a la concentración de radioactividad que se desplazó por Asia, África y Europa. Algo así como la explosión, el 11 de marzo de 2011, de otro reactor en Fukushima, Japón, comparado por su magnitud al de Chernóbil, aunque el número de víctimas d...

Imprescindibles

Con todo mi orgullo, dedico a mi hijo esta frase de Bertolt Brecht:  "Hay hombres  que luchan un día y son  buenos .  Hay  otros que luchan un año y son mejores.  Hay  quienes luchan muchos años, y son muy  buenos . Pero  hay  los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles".

“Yo no me di cuenta de que eran horrores”: Imre Kertész

Por Javier Correa Correa “Yo no me di cuenta de que eran horrores”, dice el escritor húngaro Imre Kertész al final de la novela autobiográfica Sin destino , en el que narra su experiencia en el campo de concentración de Auschwitz, donde murieron asesinadas un millón cien mil personas a manos de los nazis, durante cinco de los seis años de la Segunda Guerra Mundial. De esa cantidad, un millón eran mujeres y hombres judíos, como lo era también Kertész, quien el pasado 31 de marzo murió en Budapest, su ciudad natal, a la edad de 87 años. Premio Nobel de Literatura en el año 2002, el escritor era un preadolescente cuando comenzó la guerra, tras la invasión alemana a Polonia. Y fue precisamente a Polonia a donde fue conducido el joven húngaro a quien los nazis le ofrecieron trabajo, como a miles de muchachos que podrían eventualmente convertirse en soldados para repeler la avanzada de la esvástica. El autor indica que esos hombres tan bonitos, tan bien rasurados, tan elegantement...

Edipo, un clásico en manos de aprendices*

Javier Correa Correa El público se arremolina en una calle del clásico barrio La Soledad. No llueve y el frío apenas se asoma sobre Bogotá. La fila no alcanza a llegar a la calzada, pero sí desciende por cuatro escalones hasta el andén. Familias enteras tratan de conseguir boletas, pero parece que estas se han agotado. No hay desorden, apenas ansiedad. Adentro, tras bambalinas, es donde la ansiedad sí crece a medida que transcurre el tiempo. Van a ser las siete de la noche. Diego Barragán, el director, da la orden de ocupar los sitios marcados a los actores. Dos jovencitas, con las caras maquilladas con una base blanca, se sientan en el escenario a ras del suelo, frente a una olla de barro, de la que extraen agua que dejan caer de nuevo en el interior. Sin ritmo, casi. Cuando el primer espectador ingresa, escucha el ruido del líquido que regresa a la vasija. Algunas gotas rebotan y se desplazan hacia afuera, pero no importa. No forman un gran charco. Otras personas continúan a...
Comparto este poema del escritor Luis García Montero (Granada, 1958), a quien la Universidad Externado de Colombia le acaba de publicar el libro "Una forma de orgullo": "La poesía" La poesía es inútil, solo sirve para cortarle la cabeza a un rey o para seducir a una muchacha. Quizá sirve también, si es que el agua es la muerte, para rayar el agua con un sueño. Y si el tiempo le otorga su única materia, posiblemente sirva de navaja, porque es mejor un corte limpio cuando abrimos la piel de la memoria. Con un cristal partido,                                    el deseo hace heridas más sucias. La poesía eres tú, un corte limpio, una raya en el agua -si es que el agua es razón de la existencia-, la mujer que se deja seducir para cortarle la cabeza al rey.