Algunos le llaman limpieza étnica, genocidio, etnocidio, matanza, masacre, segundo holocausto, asesinato en masa. Con el manido “argumento” de que se trata de antisemitismo, los financiadores de los ataques han tomado medidas “legales” para encarcelar a quienes se opongan, para expulsarlos de sus países o para chantajear a universidades y centros de investigación a los que les van a recortar recursos económicos para el desarrollo de sus actividades.
Es un plan maquiavélico trazado por el ejército dizque de defensa de israel, que ha llegado a acciones tan aberrantes como que anuncian que van a bombardear una zona y quienes permanezcan morirán. Eso sucedió el lunes de esta semana en el hospital Nasser, en Jan Yunis, Gaza, sobre el que cayeron modernos misiles fabricados por los países que defienden el genocidio, como estados unidos. Cuando acudieron los periodistas y el personal médico y paramédico que queda vivo, recibieron otro ataque certero con un misil, en una práctica que se ha denominado “el doble impacto”, que consiste en que atacan y cuando llegan los rescatistas, los masacran. En los dos ataques murieron 20 personas, entre ellas 5 periodistas.
Ese mismo día, un banquero colombiano, miembro de una de las familias más ricas del país, y un tipejo que vivió cómodamente cuatro años en el Palacio de Nariño, se reunieron con el primer ministro del Estado atacante, alguien de cuyo nombre no quiero acordarme. O no puedo, pues él es polaco y se puso un apellido hebreo. Las fotos publicadas en los medios son dicientes: todos felices. Hay quienes se atreven a celebrar el genocidio de decenas de miles de personas en Palestina, repito.
Más de 26 mil niñas y niños han sido masacrados, y las cifras escalofriantes pueden superar los 100 mil asesinados, entre hombres, mujeres, jóvenes, papás, mamás, abuelos, abuelas, hijos, médicos, enfermeras, auxiliares de ambulancias, periodistas, civiles, cineastas, campesinos, pescadores, artistas, obreros, poetas, abogados, arquitectos, conductores de buses y taxis, deportistas, comerciantes, estudiantes, docentes…
El mundo entero se ha movilizado para pedir que cese la matanza. El cardenal Matteo Zuppi tardó siete horas en Roma en leer públicamente la lista de los niños asesinados en Gaza. De nada ha servido, porque los gobiernos y los fabricantes de armas defienden sus intereses. Manifestaciones, actos culturales de vida, marchas, proclamas, pronunciamientos tímidos de gobernantes han sido insuficientes. Con dignas excepciones, como las de Colombia, Belice y Bolivia, que rompieron relaciones con el régimen asesino.
Cardenal Matteo Zuppi
Miles de camiones con comida permanecen estacionados en la frontera de Egipto con Palestina, y el ejército de israel, así como colonos que desde ya reclaman lotes en Gaza para construir sus casas o modernos hoteles para un centro turístico como propuso trump, impiden el tránsito de la ayuda.
Por eso, desde aviones son lanzados bultos con comida que penden de paracaídas, los cuales desgraciadamente alcanzan para saciar apenas un poquito el hambre. El sábado 23 murieron de hambre ocho palestinos, y el domingo 24, otros ocho.
A mediados de este año, un barco con ayuda humanitaria fue víctima de disparos por parte de israel y sus ocupantes fueron detenidos y deportados. En julio, un segundo viaje sufrió el mismo tratamiento, incluso en aguas internacionales del Mar Mediterráneo.
Pero la humanidad es terca y este 31 de agosto, la Global Sumud Flotilla, con voluntarios de 44 países, incluida Colombia, zarpará para vencer el bloqueo y llevar medicamentos y comida, especialmente a Gaza.
Celebridades como la actriz Susan Sarandon irán guiadas por Gretta Thumberg, la valiente jovencita que por tercera vez hará el intento. El mundo entero espera que la ayuda pueda llegar a los dos millones de destinatarios que quieren sobrevivir. Y vivir.
https://www.youtube.com/watch?v=qNzJS2l53zo
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