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Quijotadas. El NO FUTURO es hoy


 Imágenes de la misma niña palestina, condenada a muerte por israel.

Una niña de diez años camina no sabe a dónde, pero todos sabemos que lo hace hacia la muerte, en medio de las llamas generales e inmisericordes en lo que fue su escuela Fahmi Al Jarawi, a donde había buscado refugio. La escuela, ubicada en lo que queda de Gaza, fue bombardeada por israel, y se desconoce el número de niñas y niños que allí perecieron.

A israel le habría gustado que fueran muchas las víctimas, como las de un día antes, cuando bombardeó la casa de la médica Alaa Al-Najjar, y mató a sus nueve hijos, cuyos cuerpos incinerados ella recibió en el hospital donde sigue tratando de salvar vidas. La castigaron por eso, con una violencia vicaria que se ha ensañado con los hijos de médicos, paramédicos, periodistas, socorristas, violencia que primero destruye de esa manera y después mata mientras la mayoría del mundo permanece impasible. Si alguien no cree o aunque crea lo niega, aquí están los nombres de los nueve mártires: Yahya Hamdi al-Najjar, de 12 años de edad; Rakan Hamdi al-Najjar, de 10 años de edad; Eve Hamdi al-Najjar, de 9 años de edad; Jubran Hamdi al-Najjar, de 8 años de edad; Raslan Hamdi al-Najjar, de 7 años de edad; Rifan Hamdi al-Najjar, de 5 años de edad; Sadeen Hamdi al-Najjar, de 3 años de edad; Luqman Hamdi al-Najjar, de 2 años de edad, y Sidar Hamdi al-Najjar, de menos de un año de edad.

La relatora especial de la ONU para Palestina, Francesca Albanese, dijo que esto representa “un patrón sádico distintivo de la nueva fase del genocidio”.

Se podría suponer que impasible es sinónimo de sin paz. Si no, es lo que se me viene a la mente. Pero encuentro que se trata de “insensible, impermeable, inconmovible, indolente, apático, frío, impávido, impertérrito, cariparejo, estoico”. Es que así, cariparejo, permanece el mundo desde octubre de 2023, cuando empezó la más sanguinaria ofensiva del sionismo contra el pueblo de Palestina, tanto en Gaza como en Cisjordania. O lo que queda de ellas. Lo que queda de Palestina, porque Gaza y Cisjordania son parte del milenario país llamado Palestina que hace setenta y cinco años recibió con amor a los judíos sobrevivientes del Holocausto nazi.

No solo con bombas son asesinados los niños y las niñas en el segundo Holocausto, esta vez contra Palestina. Según la Organización de las Naciones Unidas, ONU, –que, entre otras cosas no ha servido para un carajo–, 14 mil menores de edad morirán de hambre en los próximos días porque israel impide el acceso de ayuda humanitaria. !Que se mueran!, parece ser su consigna, y así podrán terminar su “limpieza étnica”.

Porque guerra no es. Unas cifras: hay 3.940 tanques de guerra israelíes y 0 tanques de guerra palestinos; hay 362 aviones de combate israelíes y 0 palestinos. Ah, pero ya Netanyahu y sus secuaces anunciaron que seguirán la ofensiva para expulsar a los sobrevivientes en Gaza, para construir sobre las miles de tumbas un hermoso lugar turístico.

Eso, si acaso hay futuro. Porque recuerdo con horror las imágenes de personas sobreviviendo en mitad de la nada en desiertos donde se campean camionetas con ametralladoras. Esas imágenes, aclaro, forman parte de películas llamadas distópicas, que muchos desocupados ven para llenarse de terror y dejar de dormir el resto de la noche, pero son los mismos que se niegan a ver las imágenes de verdad-verdad en los pocos noticieros que las transmiten. Hablo de Ucrania, El Congo, Yemen, Palestina, Myanmar, Siria, Sudán, Malí, Níger, Nigeria, Uganda, Colombia misma.

Fotofija de El cuento de la criada.

 

A propósito de películas, Víctor Gaviria dirigió en 1990 Rodrigo D no futuro, cuyo título parafraseo para esta columna, porque se trata del más cercano ejemplo en Colombia. Y ahora está en plataformas virtuales El cuento de la criada, que muestra el horror de las sociedades teocráticas descompuestas para las que los niños y las niñas dejan de ser el futuro para convertirse en formas de control y dominación. A estas últimas, por ejemplo, se les impide aprender a leer, so pena de amputarles un dedo y hasta la mano. No es una historia fruto de la imaginación de la escritora canadiense Margaret Atwood, porque se ha de haber inspirado en los muchos países que tienen prohibido educar a las niñas, como en la Paquistán de los ortodoxos talibanes que trataron de matar a Malala Yousafzai, activista que a los 15 años de edad inexplicable y afortunadamente sobrevivió a los impactos de varios disparos en la cabeza. En buena hora le otorgaron el Premio Nobel de Paz, y simboliza la lucha de quienes reclaman sus derechos en busca de futuro.

Los talibanes perdieron esa, pero en mi mente una niña de diez años de edad seguirá deambulando por siempre en medio de las llamas en un colegio palestino bombardeado por israel*. El espíritu de la niña, que nos reclama por el futuro que israel quiere negar.

Mi alma está desgarrada.

* Me abstengo de publicar el video, porque sencillamente no soy capaz de hacerlo.

 

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