Era hosco, Francisco José. Fumaba tabaco e impregnaba de olor todas las paredes y los muebles y los libros del Observatorio astronómico. Hasta su ropa absorbía el humo. Pero eso no le importaba a la mujer, quien, proveniente de su natal Francia, había llegado a un pueblito de entre 25.000 y 30.000 habitantes, llamado Santa Fe.
Hermosa mujer, sin duda,
de quien uno termina enamorándose, como de ella se enamoró Francisco Matiz, el
dibujante de la Expedición Botánica, y como ella se enamoró de Francisco José
de Caldas, el astrónomo que fue después ingeniero militar y padre de cuatro
hijos con su prima María Manuela Barahona.
Hasta ahí cuento, para no
incurrir en eso que hoy llaman spoiler,
y mejor les dejo el placer de la lectura de la novela La francesa de Santa Bárbara, de Gloria Inés Peláez Q., cuentista,
novelista, docente, antropóloga, tantos títulos como el mismo sabio Caldas. La novela que comento es
una pieza histórica que reconstruye los miedos, la terquedad, las obsesiones,
la timidez, las inseguridades de ese que forma parte de los próceres de la
Independencia de nuestro país.
La historia fundacional de
lo que hoy es Colombia se cuenta desde la óptica de una pacifista que pretendía
escapar de las guerras en Europa y quien, sin embargo, terminó involucrada en
la guerra que los criollos libraron contra el colonialismo español.
“Me pregunto si la guerra es el destino de los hijos de
estas tierras. En tal caso, la historia no sería un progreso, como creía
Francisco José, sino más bien un desatino, sin más leyes que las de la guerra.
Y nada puedo hacer para cambiarla, solo doy alivio y fuerzas a aquellos que van
a morir por ella”, dice la francesa de la mano de Gloria Inés Peláez.
Y agrega(n): “Somos briznas movidas por los soplos del
maligno, agitados en remolinos que nos confunden y nos arrojan los unos sobre
los otros, ciegos vamos a la muerte y lloramos”.
Pero, como si siempre existiera un pero, la francesa se
entrega en alma y cuerpo y un día cualquiera, casi sin darse cuenta, percibe
que su piel se estira, que los senos se agrandan, que la espalda le duele, que
la comida no es la culpable del aumento de peso, que hay algo que la convierte
“en un instrumento de la materia, al
darle vida en mis entrañas a un nuevo cuerpo de barro que aprovisionaría un
alma”. Más bello para dónde.
La francesa vivía en el
barrio Santa Bárbara, cerquita a la casa del virrey y a lo que hoy es la Plaza
de Bolívar, unos años después el Libertador concluiría el trabajo en Boyacá en
los campos.
Francisco fue el nombre
del hijo de la francesa, ella misma no sabe si en honor de su hermano, François, o del astrónomo criollo. Qué lo va a saber uno tantos
años después, Gloria Inés Peláez deja la duda, al fin y al cabo de eso se trata
la literatura hoy, de permitirle a quien lee que complemente la historia. Y con
más veras si se trata de una novela histórica, como La francesa de Santa
Bárbara.
La autora
Las novelas de Gloria Inés Peláez han
sido incluidas dentro de la llamada “Nueva Novela Histórica”: La francesa de Santa Bárbara obtuvo
el Premio Nacional de Cultura, modalidad novela, de la Universidad de Antioquia
(2009). La más reciente, Era
mucho el miedo, fue publicada por Ediciones Desde Abajo (2016).
Ha publicado los libros de cuentos: Roa, Séptima con Catorce,
ganador del Premio de Cuentos sobre Memoria Urbana referida a Bogotá, de la
Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte, Bogotá (2007), y Breviario del tiempo,
Universidad del Valle (2012). Ha participado en diversas antologías de
cuentistas: Narrar a
Caldas, historias y relatos para un nuevo siglo, de la colección
Las Letras de Caldas en el Bicentenario, Manizales (2019), de escritores
caldenses; Cuentan,
relatos de escritoras colombianas contemporáneas, Sílaba Editores,
Medellín (2010); Ardores
y furores. Relatos eróticos de escritoras colombianas, Planeta (2003);
Premios que cuentan, Taller de
Escritores de la Universidad Central, Bogotá (1988 y 1991).
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