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Quijotadas. Las horas suspendidas, poemas de Nathalie Handal

Directa, contundente, nostálgica. Así es la poesía de Nathalie Handal, quien vive en el continente americano, en el éxodo producido por un Estado invasor a la histórica Palestina.
Directa, contundente, nostálgica. Así es Nathalie Handal, quien ha vivido en varios países, luego de que un ejército de ocupación llenara los aires con banderas blancas y azules manchadas de sangre.
Directo, contundente, nostálgico. Así es cada verso de esta mujer, quien con sus azules ojos árabes escudriña en cada hora de la historia de hace años, de la historia de hace meses, de la historia de hoy. 
Son tiempos suspendidos, son horas suspendidas, a la espera de que los olivos escuchen la voz de quien algún día -Ojalá, como dice uno de sus poemas- pueda caminar tranquila por las calles de su natal Belén.
Hoy, son sus poemas los que caminan suspendidos en la palabra árabe, inglesa, castellana... 
Nathalie Handal piensa, siente, habla, escribe, se pregunta a sí misma, le pregunta al otro, con la cadencia de versos que contienen heridas y dolores y amores y sueños.
Dice, por ejemplo:
"Ahora que hemos contado
las estaciones del exilio
y ya no nos preguntamos
si el llanto es nuestro o de los pájaros".
Dice también, ahora en prosa poética:
"Los lugares santos ahora están quemados. El muchacho que conocí se ha ido. Mi madre no me dirá dónde. Ummi, grito ¿por qué algo tiembla dentro de mí? Ella me mira. Sabe que el temblor que ha albergado toda su vida ahora es mío".
Sueña Nathalie Handal, digo, y yo me doy la licencia de compartir sus sueños, llenos de poesía y de esperanza.


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