javiercorreacorrea

Escritor, ensayista, comunicador social – periodista, docente universitario, nacido en Barranquilla (Colombia) en 1959. Primer finalista en el Concurso Nacional de Novela del Instituto Distrital de Cultura de Bogotá, con La mujer de los condenados (2001). Ganador del Concurso de Novela Corta del Taller de Escritores de la Universidad Central, con Si las paredes hablaran (2006). Autor de más de 50 cuentos cortos, algunos ganadores de premios nacionales.

05 noviembre 2023

Una lágrima en la Orestíada


 

“Todas las guerras provocan un terrible desorden y no hacen sino malgastar vidas y cosas. La humanidad lleva miles de años de guerras y, sin embargo, parece que cada vez se empiece desde el principio, como si se tratase de la primera guerra en la historia”.

Ryszard Kapuściński

 

Por Javier Correa Correa

Los dos ojos anegados. Del izquierdo se deslizó una lágrima que se negó a rodar por la mejilla y cayó amplia, orgullosa, en el escenario. Se desprendió del alma de Clitemnestra o de Camila Valenzuela, no se sabe, aunque la primera esperaba a Agamenón en Grecia y la segunda estaba en la Casa Teatro Nacional, en Bogotá.

Fue durante la presentación de la obra Orestíada, de Esquilo, una adaptación del inglés Robert Icke, quien nos transporta al año 2023, cuando se vive no la guerra de Troya sino en Ucrania y Palestina, dos países asolados por Rusia y por Israel, en una demostración del salvajismo de esta humanidad empeñada en autodestruirse y en impedir el futuro.

Las lágrimas de Clitemnestra o de Camila Valenzuela son, tal vez, por todas las guerras que se ensañan desde las mentes perversas, como las de Putin y Netanyahu, apoyadas por otras mentes perversas para las que la vida no vale nada. Ni para qué mencionarlas.


Empecé estas líneas pensando en la reseña de la obra, con la actuación de Juan Camilo Prada como Agamenón, Camila Valenzuela como Clitemnestra, Erik Joel Rodríguez Franco como Orestes, Matilde Acevedo como Electra, Alejandra Giraldo como la Furia… Pero el bombardeo de un campamento de refugiados por parte de Israel, dizque para combatir a Hamas, me volvió a traer a la realidad. Porque centenares de personas fueron destrozadas por las bombas.

En la Guerra de Troya no había bombas, pero la humanidad se ha especializado y ahora utiliza misiles “inteligentes”, bombas químicas, drones, fusiles con miras telescópicas, tanques con orugas y cañones, explosivos para ser enviados a los hospitales donde se debían recuperar los heridos de otros atentados…

Esquilo se queda corto en la trilogía AgamenónLas coéforas y Las euménides. No sé qué habría escrito hoy, en Palestina y Ucrania cercanas a Grecia, pero yo me quedé sin palabras. El alma entristecida por el horror del genocidio en Ucrania y en Palestina me impide seguir escribiendo.

Al director y el elenco de la obra, felicitaciones. Y disculpen por esta digresión, pero no lo pude evitar. Como a Clitemnestra o Camila Valenzuela, también se me escapó una lágrima.

 



Ficha técnica

Autor: Esquilo

Adaptación: Robert Icke

Director: Pedro Salazar.

Elenco: Erik Rodríguez, Camila Valenzuela, Juan Camilo Prada, Natalia Ramírez, Juan Manuel Barona, Martha Millán, Manuela Salazar, Matilde Acevedo, David Suárez y Juan Pablo Gómez.

Dramaturgista: Pedro Salazar y Juan Pablo Castro.
Asistente de dirección: Nana Velásquez.
Escenografía: Julián Hoyos.
Música original: David Loaiza.
Diseño luces: Diego Tiriat.
Utilería: Diana Sanabria.
Videoarte para escena: Carmen Gil Vrolijk.
Vestuario: Marcela Forero.

Fotografías: Teatro Nacional.


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