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Mostrando las entradas de septiembre, 2018

Los espíritus están ofendidos

Paisajes exuberantes, frases contundentes, diálogos precisos, una edición que conduce en el ritmo preciso, actores convincentes, una historia sólida, una dirección a cuatro manos -como en los clásicos-, un lenguaje polifónico, un final que ya conocíamos por experiencia propia pero que no deja de sorprendernos. Todo eso es Pájaros de verano , la película colombiana que lleva varias semanas en cartelera -y eso también es como raro en este país-, no solamente por su calidad cinematográfica sino porque está nominada a los Premios Oscar y ese es un atractivo para los teatros que siguen viendo sus butacas con buena cantidad de público. Pero es mejor en orden: dos horas y cinco minutos, sin truculencias ni efectos especiales, son suficientes para contar la historia de una familia wayúu que es permeada por la bonanza marimbera de los años sesenta y setenta, lo que agrede y rompe no solo los valores culturales de ese pueblo guajiro, sino de toda una sociedad que se hace la de las gafas para ...

Una alameda en Santiago

Fue la que podría llamarse mi primera rabia política, que me marcó el resto de la vida. Recuerdo el día: martes 11 de septiembre de 1973, aunque no sé la hora. Tengo la certeza de que era el primer experimento de hacer la revolución a las buenas, sin balas, como se dice que son las democracias. O la democracia, vaya uno a saber si es una sola, como me dijeron después en el colegio y la universidad. Aunque esa supuesta democracia fue fruto, precisamente, de un alzamiento armado al frente de la cárcel de la Bastilla. Pero eso es historia más remota y su final no se puede decir que haya sido muy positivo, si piensa uno en ese espantoso aparato de la muerte llamado guillotina o en la autoproclamación como emperador por parte de un tipejo que escondía su mano en la casaca. Mi padre había vivido en Santiago de Chile y siempre hablaba de la belleza de ese país, de los Andes, de la facultad de Medicina que abandonó para regresar a Colombia y casarse con mi mamá. Así que sus anécdotas, c...