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Mostrando las entradas de mayo, 2008

La matriz ®

El pavimento gris, húmedo, condensaba el frío y lo relanzaba contra la ciudad en la noche que tres horas antes había empezado. Las manos se guarecían. Las pocas caras transeúntes miraban hacia abajo, abandonadas a la resignación. Las bombillas de las casas proyectaban pálidos rayos de luz sobre los andenes deshabitados. En los antejardines, las flores dormían. Y una anciana, despojada de ropas y de conciencia, tiritaba. La vi de pronto. Macilenta, convertida en feto setenta años después. Inocente, desemparada. La piel fofa. Me acerqué lento. Cauteloso. Mis manos dejaron vacíos los bolsillos del pantalón y quisieron palpar. Cabellos largos, cenicientos y desordenados, cubrían el rostro. Nadie, absolutamente nadie, sólo yo, la había encontrado. Tras los vidrios de la ventana se escuchaban las voces con los últimos comentarios de la jornada. Se deseaban felices sueños. Ninguna música servía de atenuante. Miré en derredor, en busca de un auxilio. Transcurrieron ínfimos instantes eterno...