El pavimento gris, húmedo, condensaba el frío y lo relanzaba contra la ciudad en la noche que tres horas antes había empezado. Las manos se guarecían. Las pocas caras transeúntes miraban hacia abajo, abandonadas a la resignación. Las bombillas de las casas proyectaban pálidos rayos de luz sobre los andenes deshabitados. En los antejardines, las flores dormían. Y una anciana, despojada de ropas y de conciencia, tiritaba. La vi de pronto. Macilenta, convertida en feto setenta años después. Inocente, desemparada. La piel fofa. Me acerqué lento. Cauteloso. Mis manos dejaron vacíos los bolsillos del pantalón y quisieron palpar. Cabellos largos, cenicientos y desordenados, cubrían el rostro. Nadie, absolutamente nadie, sólo yo, la había encontrado. Tras los vidrios de la ventana se escuchaban las voces con los últimos comentarios de la jornada. Se deseaban felices sueños. Ninguna música servía de atenuante. Miré en derredor, en busca de un auxilio. Transcurrieron ínfimos instantes eterno...
Escritor colombiano, autor de tres novelas, más de 200 cuentos en diversos géneros, poemas y ensayos. Desde 1981 ejerce el periodismo y desde entonces ha trabajado también en la docencia universitaria y el sector editorial. En la actualidad prepara su cuarta novela, Encuentro en el presidio, y un libro de cuentos dirigido a niños y niñas. Su novela La mujer de los condenados está siendo adaptada por la guionista Claudia Patricia Sandino del Busto.